Viajes en mí (4)

Ya en Guanajuato.

Rocío, la iluminadora, venimos en el viaje desde el DF, hablando de colores, de micas, y de un color difícil de manejar: el verde. Yo siento que siempre que se pone un verde uno queda cerca del cable con foquitos de colores, de las fiestas de los pueblos. Ella me cuenta de un verde que no, un verde acqua, con algo de azul, luego lo veo y es hermoso, profundo.

Hablamos de la fuerza de la iluminación en una obra y Rocío dice, como si fuera normal, al pasar: Claro, es la luz de la subjetividad. Nunca lo había pensado así. Tal cual, así sentimos, como eso que se ve, o así se ve, como eso que sentimos.

Sigue el viaje en la camioneta, todos contamos anécdotas. Otra de Rocío: tiene una hija, Sabina, de 13 años, y cuenta que ella es mi “fan de closet”, porque de niña me oía mucho, y ahora cuando llega una amiga, ¡me niega! O sí, sí… ese lejano recuerdo de cuando era niña. Pero bien que le pidió que la traiga a la gira, la malvada.

Esa hija le regaló un cuaderno engargolado (anillado) para que Rocío le escribiera un diario de sus viajes, cuando se ausentaba por giras. Y así lo hizo, lo llenó y se lo dio: anécdotas del viaje, papelitos de un sobre de azúcar de una cafetería en el camino, un ticket de un teatro, una hoja seca, un pétalo, más anécdotas y pensamientos de ese tiempo en el que estaba lejos de su Sabina.
Me hizo acordar al libro “Cuentos por teléfono” de Gianni Rodari. Un viajante de comercio tiene una hija a la que acostumbró a dormir, todas las noches, con un cuento. Y cuando viaja se lo cuenta por teléfono, como no siempre le va igual en las ventas: unas veces tiene muchas monedas y el cuento es más largo, y otras veces, el cuento debe ser más corto.
Le dije que tenía que hacer un libro con ese diario.

Lo cerca que estoy cuando estoy lejos. Cómo te llevo en mí. Cómo veo por tus ojos. Viajo y veo, y veo y te cuento en lo que veo, que veo por mí y para vos, para contarte y no estar tan lejos, o para que conozcas y viajes en mí.

Luis

© Luis Pescetti