La dinámica de un espectáculo

Me acuerdo de un dicho que conocí en México que afirma que una mujer, cuando se va a casar, debe llevar “… algo viejo, algo nuevo, algo azul, algo prestado… etc” claro, siempre conviene que lo viejo o lo prestado no sea el mismo marido, pero el caso es que me sirve para explicar cómo armo el repertorio de un show nuevo, con aquellas canciones y juegos que ya fui probando.

Pues un show no es sólo la suma de canciones que “andan bien”, sino esas canciones puestas en cierto orden, con una introducción o no, y en otro orden no funcionarían igual.

En un espectáculo hay una dinámica, que en la vida cotidiana es parecido a “cómo llevar adelante una charla cuando tenés que hablar algo con alguien”. A veces conviene encarar de frente, a veces hacer un rodeo.

Entonces, con una mezcla de intuición y experiencia voy armando el repertorio, en una hoja borrador, o en la compu.

En este último show, Mamá, quiero bis, fue así: como ya había habido muchos shows en los que aparecía haciendo bromas, monólogos en off, y como en muchos reportajes ya me habían preguntado por mi estilo de hacer bromas con el público “¡Seguridad, retire a este público!”… etc, sentía que ya estaba bueno de seguir jugando a lo mismo pues uno cae en el riesgo de repetir o cansar con un personaje, agotarlo.

La decisión, de alguna manera vino sola: toda mi intuición me decía que debía empezar por otro lado, para que hubiera sorpresa este comienzo de show no debía ser ni provocador, ni “muy arriba”, ni con humor.

Toc toc, era la canción ideal: entrar a escena caminando tranquilo y, sin saludar al público, comenzar con esta canción que es casi de cuna, que apela a la ternura y no al ingenio, a la entrega y no a la lucha.

La sorpresa vendría por ese lado. Y funcionó maravillosamente.

Luis

© Luis Pescetti