Enciclopedia de las Chicas Perla ( 7 )

Naves espaciales

(del libro La Enciclopedia de las Chicas Perla)

Las naves espaciales no se llaman así por gusto. Se dividen en dos: las que salen del Planeta Tierra y las que vienen a la Tierra, como los platos voladores, y que hay gente que dice que sí existen y otra gente que ni loca cree por más que viera uno, porque no son científicos (los platos voladores). Sirven para hacer películas como cuando invaden La Tierra, todo así.
A veces son verdes o con unas formas que ni se entienden ¡y meten más miedo por más que no existan!
Los extraterrestres también se dividen en dos: los malos que quieren conquistar el universo, y los buenos para ayudar a la humanidad. ¡Esos tendrían que ser verdad y no los otros! ¡O que nos defiendan de los malos y que se arreglen entre ellos!
Después las naves espaciales de verdad funcionan con una propulsión que tira el cohete y son muy grandes como un edificio, pero lo que sirve es muy poquito. Casi nada de toda la nave sirve, al principio sí, pero es un ratito, y después ya empieza a tirar una parte, y ya empieza a tirar otra… siempre sigue subiendo, ¿no? pero si en la fábrica las hicieran más chiquitas ¡no pesarían tanto y no andarían tirando de todo que llenan de basura cualquier parte donde caigan los pedazos del cohete!
Reflexión: deberían hacerlas más livianas (¡Obbbbvio!).
Sus componentes son: el cohete que tira la propulsión (que es ese fuego), toda la chapa de la nave, unas aletas, los astronautas, y la puntita que es lo único que sirve.
Metáfora: es como comprar una sandía, tirarla toda y que te sirva la semilla nomás.
Esa puntita es para que viajen los astronautas, y está llena llena llena de botones y luces. Si un astronauta quisiera poner una calcomanía que le regaló una hijita: ¡no podría!, porque o son botones o son lucecitas. Y unas ventanitas.
Dramatización de dos astronautas:
– ¡Che, cuidado el aerolito que por poco lo chocás!
– ¡Y qué querés con estas ventanitas de porquería que ni se ve! ¡Fijate vos, también!
– ¡Me voy a fijar en la ventanita con la de botones que tengo que mirar! ¿Para qué pondrán tantos?
– Por cancheritos, ¡por qué va a ser!
– Mirá estos acá, por ejemplo, ¿para qué servirán?
– ¿No te fijaste en el libro?, ahí tiene que venir.
– Explorar el espacio, controlar los botones, las lucecitas, buscar en el librito… ¡por este sueldo de porquería que ni alcanza para nada!
Las naves espaciales sirven para conocer planetas, estudiar el espacio, dar una vuelta. Pueden ver la Tierra desde afuera, son todas con chapas y ni las pintan ¡total, para qué! si cuando vuelven les da un calor que no hay pintura que aguante.
Al principio son puro ruido y parece que ni se mueven, pero después salen como un tiro si no no llegan más porque cada una tiene una misión, conocer otros planetas, por ejemplo (pero como los extraterrestes buenos, para ayudar).
Como no se sabe, en vez de hacer una sola, hacemos dos dramatizaciones:
Dramatización uno:
– Hola, somos astronautas y venimos a ayudarlos desde la Tierra.
– ¡Ay, gracias! ¡Qué buenos! ¡Con la falta que nos hacía! (el marciano).
– Disculpe, no lo entendí (el astronauta).
(porque tampoco es que van a hablar igual que nosotros).
Dramatización dos:
– ¡Venimos desde la Tierra para darles una mano!
– ¿Desde allá? ¿Y para qué se molestaron? ¡Con lo bien que estábamos!
– No sean cerrados, tampoco, ¿no ven que queremos ayudarlos?
– Vuelvan mañana, hoy ya terminamos.
El astronauta se da vuelta y le dice a sus compañeros:
– Chicos, ¡acá hay una mala onda!
FIN DE LA OBRA
Conclusión: si las naves espaciales sirven para explorar el espacio ¿no les podrían poner menos lucecitas? Así les hacen ventanas más grandes y exploran de verdad no como ahora que se la pasan diciendo: “A ver, correte y ahora dejame a mí”.
¡Viva el espacio con sus conocimientos!
firman: las chicas Perla (Natacha y Pati)
próxima entrega: la moda de actualidad

© Luis Pescetti